Cada bioestimulante desarrollado no solo nutre el suelo, sino que también empodera a los viticultores para adoptar prácticas más eficientes y responsables.
Cada bioestimulante desarrollado no solo nutre el suelo, sino que también empodera a los viticultores para adoptar prácticas más eficientes y responsables.
El cultivo intensivo de la vid implica una reducción drástica de la calidad del suelo y de la biodiversidad de su agroecosistema, comprometiendo su sostenibilidad. Los bioestimulantes sirven para evitarlo, ya que estimulan el crecimiento vegetal, la producción de uva y su resiliencia ante situaciones ambientales adversas.
Sin embargo, su implementación en el cultivo de la vid tiene limitaciones, que van desde la fabricación y la comercialización hasta su aplicación, junto con algunas consideraciones medioambientales. Para resolverlas, es imprescindible una colaboración activa entre investigadores, fabricantes, reguladores y propietarios de viñedos.
Cada bioestimulante desarrollado no solo nutre el suelo, sino que también empodera a los viticultores para adoptar prácticas más eficientes y responsables.
Una planta bien nutrida es una planta más equilibrada y resistente, por lo tanto, más capaz de soportar las inclemencias climáticas, señalan los productores.
Con cada cosecha, los viñedos florecen como nunca antes, demostrando que la ciencia y la tradición pueden coexistir en perfecta armonía, llevando el legado de cada lugar hacia un horizonte más verde y prometedor.
La biotecnología implica el empleo de organismos vivos para obtener bienes o servicios útiles para la humanidad. Sus aplicaciones incluyen la producción de proteínas recombinantes, el mejoramiento de cultivos vegetales y del ganado, la fabricación de insumos para la agroindustria y el uso de microorganismos para la descontaminación ambiental.
En viticultura, se utilizan diversos tipos de bioestimulantes para mejorar el crecimiento y la salud de las vides, así como la calidad de las uvas.
Algunos de los más comunes incluyen:
Extractos de algas: Ricos en hormonas vegetales y micronutrientes, estos extractos estimulan el crecimiento y mejoran la resistencia de las plantas al estrés.
Aminoácidos: Fundamentales en la formación de proteínas, ayudan a las vides a recuperarse del estrés y optimizan la absorción de nutrientes. Son especialmente útiles en momentos críticos como la floración y la maduración de la fruta.
Microorganismos beneficiosos: Bacterias y hongos, como las micorrizas, mejoran la salud del suelo y facilitan la absorción de nutrientes al permitir que las raíces accedan a recursos inaccesibles de otro modo.
Compuestos fenólicos: Derivados de plantas o frutas, fortalecen la resistencia de las vides frente a plagas y enfermedades.
Bioestimulantes a base de hormonas: Aplicaciones de auxinas y citoquininas regulan el crecimiento y mejoran la calidad de la fruta.
Entre los beneficios de estos bioestimulantes se pueden destacar el aumento del rendimiento, la mejora en la resistencia al estrés climático y a enfermedades, así como la reducción del uso de fertilizantes y pesticidas químicos, favoreciendo prácticas agrícolas más sostenibles.
Los bioestimulantes son una potente herramienta que nos puede ayudar a adaptar el cultivo de la vid a los cambios venideros, en especial los climáticos. Además de proporcionar a los viticultores herramientas innovadoras que optimizan la producción y minimizan el impacto ambiental, se construye un legado de responsabilidad y calidad en la industria del vino.
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